“..Cinco millones de
historias tiene la ciudad de Nueva York...
Como decía mi abuelita:"El que ríe último, ríe mejor"...
...Cuando lo manda el destino, no lo cambia ni el más bravo,
si naciste pa´ martillo, del cielo te caen los clavos....”
Como decía mi abuelita:"El que ríe último, ríe mejor"...
...Cuando lo manda el destino, no lo cambia ni el más bravo,
si naciste pa´ martillo, del cielo te caen los clavos....”
-Pedro navaja de Rubén Blades-
En
el eco de la ciudad se respiran miles de historias, miles de caras transitan
día día frente a la compleja mirada del ignorar por cortesía, del ignorar por
seguridad y de la convención social. En la ciudad somos el espacio que ocupamos,
somos simples entes casi autistas viviendo su propia vida, solo importa aquello
que conocemos, solo importa aquello que nos hace sentir cómodos, somos
geografía humana desnudada por el lente de un amante de los dados y el azar y
un viejo lobo de la reportería; ser y ver es una ciudad donde urbano no está
siendo definido a través de enormes moles de cemento si no por aquellos que las
habitan.
La
mirada de cano se compone esencialmente por resaltar contrastes en la
familiaridad, en esencia desnuda al “ciudadano transeúnte” y lo yuxtapone
frente a otro en la misma situación para evidenciarlo casi como uno mismo,
diferente pero igual en sus propias palabras es (…)“
reflejar ese ser humano que en todas partes del mundo es igual cuando vamos
caminando por una calle. Toda nuestra condición de soledad o de alegría o de tristeza
siempre la llevamos con nosotros, no importa si somos ricos o somos pobres”*.
Es decir que opta por tomar al transeúnte distraído, es como si jugaran con
Sanín al mismo juego, sin embargo eso lo explicare después, por lo pronto me
importa cano y uno de los contrastes que la curaduría parece haber dejado de
lado, casi rompiendo su ciclo pero que personalmente llego a afectarme más, se
trata de las fotografías tituladas: “sáquenme de aquí” y “sáquenme de aquí 2”,
dos fotografías que comparte un mismo gesto, miradas angustiosas una oculta
tras la sombra del sombrero y la otra protegida por la confidencialidad del
fuera de foco hablando de una claustrofobia, una incomodidad propia al estar
rodeado de gente, mientras en una la publicidad del metro un beisbolista metro
grita por ambas. Un mismo sentimiento de
Perú a Japón, gran cosa, como si el territorio marcara una diferencia en como
sentimos o como tememos.
De
Sanín, el casi novato amante del azar surge una reflexión en cuanto a los
universos personales que conviven paralelos sin tocarse, en el nos jugamos la
mirada mucho mas allá del gesto y buscamos encontrar al ciudadano como un
suceso aleatorio según el cual tiene su función predestinada pero confluye en
un plano puramente caótico, el trafico.
No
se trata de buscar situaciones, en esencia lo que se busca es encontrar sujetos
interactuando con su medio a la vez que lo ignoran en una necesidad de memoria,
una necesidad de registrar el caos, el azar.
Las
veladuras, el reflejo de lo que sucede en la calle en el rostro de los
pasajeros es un accidente bello de por mas en el cual podría hacerse una
lectura hasta comparativa a Velásquez en las meninas al hablar del reflejo del
fotógrafo en la imagen, sin embargo hablan más del contexto en el cual se desarrolla
la imagen;
Su
ejercicio recuerda un poco al ejercicio de Oscar muñoz al buscar en fotografías
de otros situaciones particulares pasadas por desapercibido pero las suyas
pasan por el propio lente, por la imagen buscada pero no encontrada por cazar
accidentes.
Sanín
se presenta a sí mismo en esta exposición con dos series el proyecto réflex
Roma y el proyecto réflex Bogotá de donde según la escogencia de la primera
ciudad fue solo producto de la “suerte” al aplicar a un premio en Italia mas no
de un movimiento puramente planeado es así como surge mi gran dilema al tener
que escoger una de las obras de las expuestas por el autor, tan solo para
referenciarla o por lo menos para desprestigiarla, parecen casi imposible de
clasificarse ya que se presentan a sí mismas como una unidad, como parte de un
todo como una serie, sin embargo si puedo tipificar a una por la situación que
en ella se presenta, pertenece a la serie “réflex Roma” y se repite muchas
veces a lo largo de toda la serie y es la presencia particular del fotógrafo en
el reflejo de los ventanales del trasporte público, curiosamente enmarcado por
lo que sea “su casita”, el vértice que forman las dos sillas opuestas en
direcciones contrarias.
Ahora
en que se relacionan este par de ojos con memoria de papel fotográfico, bueno
un poco mas allá de la búsqueda del color, mucho más luchada de por si en el
caso de Cano, existe una curiosidad casi explicita por entender al sujeto en la
ciudad pero se diferencia en su forma de “casería”, mientras el objetivo de
Sanín dispara a diestra y siniestra a la búsqueda de que algo caiga, para luego
diseccionarlo y entenderlo, cano hace un ejercicio mucho más concreto en el
cual encuentra lo que no se le ha perdido pero llevaba buscando al encontrar
algo parecido, casi como un coleccionista de situaciones, Sanín busca encontrar
rostros, Cano situaciones, dos jugando el mismo juego pero cada uno lo gana a
su manera.
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*en
una entrevista dada al boletín de la universidad Jorge Tadeo lozano, durante la
inauguración de la exposición ser y ver del M.A.V; http://www.youtube.com/watch?v=IQochAxLIzg
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